Cuando decimos que el cáncer de mama metastásico es una enfermedad compleja no es solo por las diferentes caras que puede presentar, sino también porque sus ramificaciones llegan a todos los ámbitos de la vida de los pacientes. Quien convive con el CMm se enfrenta a nuevas realidades a diario: donde antes solo había normalidad, ahora puede haber miedo, dolor o incomprensión. Y, entre estos retos sobrevenidos, uno de los menos conocidos – y quizá uno de los más incómodos – es el de cómo seguir disfrutando de la sexualidad con un cuerpo diferente, un ánimo cambiante y efectos secundarios. Hoy en Dando vida a tus metas queremos romper el tabú sobre la vida sexual de los pacientes para que ellos y sus parejas sepan qué esperar y puedan crear un nuevo camino hacia el placer juntos.

La importancia del sexo y sus obstáculos

Que la actividad sexual es una parte relevante de la vida de las personas, tanto sanas como con una patología permanente como el CMm, no es un secreto para nadie. Más allá de lo puramente placentero y la diversión, el sexo tiene beneficios emocionales, como aliviar el estrés o expresar amor y profundizar la intimidad y confianza hacia la pareja, y físicos

Sin embargo, tener relaciones sexuales cuando se convive con el cáncer de mama o el cáncer de mama metastásico se puede convertir en una preocupación: según datos de la clínica ginecológica Dexeus Mujer, el 60% de las mujeres tienen problemas sexuales tras el tratamiento del CM. Aunque no se dispone del mismo dato para los hombres que padecen la enfermedad, estos se ven afectados de forma parecida por las similitudes en los tipos de tratamientos y de subtipos de CMm.

Asociación de pacientes con cáncer de mama masculino

Pero ¿qué provoca este malestar en el terreno sexual? La respuesta no es única. Hay factores físicos, como el dolor derivado de la metástasis, que puede dificultar algunas posturas; químicos, especialmente en los tratamientos de cánceres luminales, donde se bloquean estrógenos y testosterona, y en los hombres, donde la libido desaparece por la afectación de la hipófisis, y psicológicos, como una bajada en la autoestima por los efectos visibles de los tratamientos o la culpabilidad de no poder o no querer tener relaciones sexuales.

Todo ello puede llevar a los pacientes a sentirse incómodos o incluso a tener sexo con dolor por no resentir la relación con su pareja.

Otras formas de vivir la intimidad

Ante esta situación puede surgir la incertidumbre de si la vida sexual se podrá recuperar. La respuesta es que, aunque cambie, el placer y el deseo no tienen por qué desaparecer. Ampliar el concepto de intimidad más allá del sexo y el del sexo más allá de la penetración puede ser un buen primer paso para normalizar la nueva realidad y cambiar las expectativas en relación con la sexualidad de los pacientes de CMm.

También se pueden buscar alivios para problemas concretos, acudiendo a lubricantes en caso de tener problemas de sequedad, vibradores y accesorios o terapias físicas y psicológicas de la mano de figuras como el psicooncólogo. E, incluso si estas opciones no fueran suficientes o adecuadas, se puede disfrutar de otras maneras de placer como caricias, besos, estimulación de zonas erógenas, sexo oral o, simplemente, planes juntos en pareja. Hay muchas formas de vivirlo, de proponerlo y de explorarlo.

Comunicación, claridad y tiempo

Más allá de encontrar nuevas formas de vivir la sexualidad, la clave para continuar disfrutando del sexo cuando se convive con el CMm es tener una comunicación abierta sobre este aspecto con todas las personas involucradas. Desde la pareja hasta el equipo médico deben conocer las molestias y las dudas que van surgiendo en el proceso de volver a encontrar el placer. Romper con el tabú y la incomodidad que pueden generar estas conversaciones es necesario para evitar problemas futuros y para encontrar soluciones que quizá no estén en la mano de los pacientes.

AECMM

Esta comunicación clara y sincera tiene que ser también hacia dentro. Y es que darse tiempo a uno mismo, acomodarse a los cambios que experimenta el cuerpo, encontrarse atractivo, explorarse, es también parte de la vida sexual de quien convive con el CMm. El paciente debe saber que no debe sexo a su pareja, que tener inapetencia sexual o hacia ciertas prácticas es normal, que pedir tiempo y comprensión es natural cuando todo ha cambiado, que se puede vivir sin relaciones y seguir teniendo intimidad. Con información, sin silencio, sin complejos, reconquistar el placer es posible.