El cáncer de mama metastásico afecta a todos los ámbitos de la vida de los pacientes. Pero las consecuencias del diagnóstico a nivel social, laboral y económico se extienden más allá de quien lo padece: las personas que asumen la labor de cuidar también ven cómo su vida cambia. Estas, que cumplen un papel de gran importancia para quien convive con la enfermedad, sufren una tensión emocional y física que muchas veces no se ve y que es negativa tanto para quien cuida como para quien padece el cáncer. Por ello, si eres un cuidador o conoces a uno, hoy te dejamos tips para ayudarlos y evitar que la situación supere a quien dedica su tiempo a acompañar a los pacientes.

Síntomas de alerta: el síndrome del cuidador quemado

Cuidar a una persona con cáncer de mama metastásico tiene un coste. La incertidumbre de no saber qué sucederá en la siguiente revisión, la impotencia de no tener una cura, la exigencia de atender emocional y físicamente al paciente, el no tener tiempo ni energía para más actividades… Todo ello se acumula cada día, sumando capas de preocupación, cansancio y carga mental, hasta llegar a un momento en el que la persona cuidadora no puede soportarlo e incluso puede sentir rechazo hacia el paciente dependiente.

AECMM

Este proceso interno que viven quienes se encargan informalmente del cuidado de dependientes se ha denominado síndrome del cuidador quemado. Como cualquier enfermedad, esta afección tiene síntomas de alerta que hay que conocer para poder darles solución antes de que se agraven. Entre ellos, los más comunes son:

  • Tensión emocional. Se concreta en trastornos como estrés, ansiedad, apatía o depresión.
  • Insomnio y problemas de concentración.
  • Pérdida de apetito.
  • Dolor de cabeza.
  • Abuso de sustancias nocivas.
  • Sentimiento de culpa cuando se descansa o se dedica tiempo a otras tareas.
  • Aislamiento social. Debido a esa sensación de no poder abandonar al paciente y la dedicación completa de tiempo que eso requiere, los cuidadores dejan de lado sus círculos sociales y pueden presentar sentimientos de soledad.

Por supuesto, cada situación es distinta; pueden aparecer otras señales, como irritabilidad, o que estas se vean agravadas por factores, como no contar con ayuda de otros familiares. En cualquier caso, lo importante es que las personas que empiezan a notar estos síntomas puedan encontrar ayuda sin que el paciente de cáncer de mama metastásico quede desatendido.

Cómo cuidar a quien cuida

Este objetivo, el de evitar que los cuidadores lleguen a estar quemados, no es sencillo ni rápido de conseguir. La culpa, la exigencia y la tensión están arraigados en el día a día y la soledad de entregarse totalmente es complicada de romper. Pero un buen punto de partida puede ser buscar apoyo en profesionales de la salud mental, que les dé herramientas para convivir con su tarea, en otros familiares con los que compartirla, en grupos de ayuda en los que pueda expresarse entre personas que están pasando por la misma situación o en cuidadores formales en caso de que la dependencia sea severa.

Además de ampliar las redes personales y de cuidado, también hay ciertos hábitos diarios que pueden adoptar para hacer más llevadera su situación:

  • Tomarse descansos para dedicar más tiempo a proyectos personales y hacer planes con amigos y familia
  • Mejorar la gestión del tiempo dedicado al paciente
  • Poner límites racionales con él o ella
  • Ayudar a la persona cuidada a buscar sus propias redes y autonomía – por ejemplo, a través de asociaciones de pacientes. El apoyo entre iguales es clave para ellos y puede aliviar el trabajo de los cuidadores.
Asociación de pacientes con cáncer de mama masculino

Estos consejos y otros mecanismos que puedan ser recomendados por profesionales mejorarán la salud física y emocional del cuidador e impactará positivamente en el bienestar de la persona con CMm. O lo que es lo mismo: cuidar a quien cuida debe ser una prioridad para cuidar a quien convive con la enfermedad.