La vida de un paciente de cáncer de mama metastásico no termina en el diagnóstico. Sin embargo, los cambios que supone la convivencia con la enfermedad están presentes en todos los ámbitos, desde el social al físico; las actividades que antes se realizaban fácilmente, pueden suponer ahora un gran esfuerzo debido a los tratamientos, o el cuidado que se necesitaba puede ya no ser suficiente. Para evitar que el impacto de estos sea tan intenso, te queremos dar 5 tips sobre hábitos que se pueden adoptar en el día a día y que mejorarán la salud física y mental de los pacientes de CM en estadio IV.
1. El ejercicio físico supervisado, un aliado
Que la actividad física es necesaria para llevar un estilo de vida saludable es una realidad que es ampliamente conocida. Lo que es posible que no sepas que los beneficios del ejercicio son igual o más importantes en quienes padecen cáncer de mama y cáncer de mama metastásico: según un estudio publicado en 2015 por el profesor Ian Lahart realizado sobre mujeres con CMm, aquellas que se mantenían activas aumentaban su supervivencia hasta un 23%.
Además, este tipo de actividad, denominada ejercicio físico oncológico, también mejora su calidad de vida, sus relaciones sociales y disminuye el impacto de los efectos secundarios de los tratamientos.
Seguramente, el ejercicio físico que se pueda realizar no es el mismo que el que se hacía antes ni con la misma intensidad. Pero sí se puede adaptar la actividad a las necesidades de cada paciente acudiendo a profesionales o consultado guías con consejos sobre cómo empezar con ella, qué tipo de rutinas son las mejores y con qué esfuerzo o frecuencia se puede hacer para disfrutar de los beneficios que conlleva sin empeorar el estado físico de la persona enferma por sobreentrenamiento.
2. Sigue una buena alimentación
Si el ejercicio físico es una pieza fundamental para mejorar el bienestar físico de los pacientes, la alimentación no se queda atrás. Comer de forma equilibrada y seguir ciertas recomendaciones hará que los problemas digestivos relacionados con los tratamientos disminuyan, que las bajadas de peso no sean tan drásticas y que el sistema inmunitario se fortalezca.
Algunos consejos que puedes aplicar son racionar las comidas (varias tomas con pocas cantidades), consumir alimentos energéticos para mantener la grasa y la musculatura, hervir o cocinar al vapor para no sufrir acidez y evitar las comidas pesadas en caso de sufrir vómitos por los medicamentos. Puedes encontrar más recomendaciones aquí o acudir a profesionales de la nutrición si quieres tener un plan personalizado, pero no dejes de atender tu alimentación como parte de tu tratamiento.
3. Dedícate tiempo
“Tengo claro que la persona más importante de mi vida soy yo”. Silvia Vega, paciente de CMm, expresaba así la relevancia del autocuidado en la convivencia con la enfermedad. Y es que el impacto emocional del diagnóstico, junto a las consecuencias físicas y estéticas del cáncer de mama metastásico, puede llevar a afectar a la autoestima y a la autopercepción.
Es por ello que dedicarse tiempo a uno mismo pasa de ser importante a esencial. Incluso actividades que pueden parecer pequeñas, como cuidarte la piel para evitar los efectos secundarios de los tratamientos sobre ella, arreglarte el pelo a tu gusto o descansar lo que necesites, pueden favorecer el ánimo. Aceptar que la enfermedad afectará tu aspecto y a tus fuerzas y hacer lo posible por estar a gusto contigo mismo y con lo que haces a pesar de ello será diferencial para poder sobrellevar el día a día con el CMm.
4. Tu entorno sigue ahí, aprovéchalo
El aislamiento social es un riesgo para pacientes de cáncer de mama en estadio IV. Pueden surgir sensaciones de incomprensión, de alejamiento del entorno más cercano por no saber cómo actuar, de culpa por necesitar más ayuda… Pero esas personas, familiares y amigos, no desaparecen: tras el diagnóstico, cuando comienza la convivencia diaria con el cáncer de mama metastásico, puedes apoyarte en ellas.
También se pueden ampliar los círculos de ocio y de apoyo. Probar nuevas actividades en grupo o acudir a /asociaciones de pacientes/ para compartir tu experiencia entre iguales son buenas opciones para no sentirte solo o sola, disfrutar de tu tiempo en compañía y fijarte nuevas metas.
5. Si no es el día, no es el día
Todos los hábitos que hemos descrito requieren esfuerzo. Por supuesto, tienen una gran recompensa (realización personal, mejorar la salud, aliviar los síntomas…), pero no siempre son fáciles de implementar y de mantener en el tiempo. Para que realmente sirvan a su propósito, es importante aceptar que se pueden incumplir. No siempre se tendrá el ánimo o las fuerzas para hacer ejercicio, cocinar saludablemente o hacer planes con amigos; conviviendo con la enfermedad hay días buenos y malos, no hay que sentir culpa ni remordimientos.
En estos momentos, escúchate, pide ayuda si la necesitas y date flexibilidad. Cuidarse es también parar y descansar, sin renunciar al disfrute; más allá de la enfermedad, más allá de los momentos bajos, sigue habiendo experiencias que vivir.